La dieta mediterránea es reconocida mundialmente por su carácter saludable.
Numerosos estudios demuestran que se asocia a:
- Menor incidencia de enfermedades cardiovasculares.
- Reducción del nivel de colesterol en sangre
- Menor índice de enfermedades neurodegenerativas
- Menor índice de obesidad abdominal.
- Reduce la hipertensión.
- Reduce el riesgo de infarto o de accidente cerebrovascular.
- Reduce en un 30% el riesgo de padecer diabetes tipo 2, sin necesidad de reducir la ingesta calórica, el peso o realizar ejercicio físico.
- También mejora el desarrollo embrionario y fetal, y disminuye los problemas ovulatorios y de infertilidad.
En 2012, un estudio realizado con más de 10.000 voluntarios constató que las personas que siguieron con regularidad una dieta mediterránea, obtuvieron mejor puntuación en la escala «Health-Related Quality of Life (HRQOL)» relacionada con la calidad de vida, que incluye variables de salud tanto físicas como mentales.
Entre los principales hábitos alimenticios de esta dieta destacan, entre otros, el consumo del aceite de oliva y el consumo moderado de vino tinto. Ha sido demostrado científicamente que muchos de los beneficios asociados al aceite de oliva, están directamente relacionados con los componentes saludables que contiene; entre los que destacan el hidroxitirosol, la oleuropeína y el ácido maslínico. Del mismo modo, los beneficios del vino son atribuidos a los polifenoles de naturaleza antioxidante que están presentes en la uva.
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